jueves, 24 de septiembre de 2009

YOM KIPPUR (V): Shabat Shuva

El Shabat que acaece entre Rosh Hashaná y Iom Kipur recibe el nombre de “Shabat Shuba” -Shabat del retorno-.

Esta denominación se debe a la Haftará (trozo selecto de los libros de los profetas que se lee tras la culminación de la sección semanal de la Torá) de esa semana. Pues la misma comienza con las palabras “Retorna -Shuba- Israel hasta El Eterno tu Di-s”.

La “Haftará” que se lee esta semana presenta una singularidad realmente curiosa, no tiene ningún vínculo con la porción semanal de la Torá. Solo se relaciona con el móvil de la fecha, es decir, con el “Shabat del retorno”, que se encuentra en medio de los diez días de arrepentimiento que van desde Rosh Hashaná hasta Iom Kipur.

Esta relación es posible porque la palabra Shuba representa retorno y a su vez arrepentimiento. De esta manera, se relacionan los diez días de arrepentimiento con el retorno hacia El Eterno.

CARACTERÍSTICAS DE ESTE DÍA

El “Shabat Shuva” orienta a la predisposición y preparación de todo Israel para el Día del Perdón -Iom Kipur-. Por tal razón la gran multitud estila en este Shabat, luego del mediodía, ingresar a las Sinagogas y casas de estudio para escuchar las disertaciones de los líderes espirituales de cada comunidad. Ellos, tonificando lo requerido para este día, ofrecen mensajes que despiertan a la multitud de su letargo espiritual. Los estimulan a tomar decisiones de mejorar sus conductas personales y perfeccionar sus modales, tanto frente a su prójimo, como ante el Creador del universo.

Es de carácter concluyente ingresar al Sagrado día de Iom Kipur con la preparación espiritual adecuada. Debido a ello, el relevante papel protagónico que cobran estas disertaciones anunciadas, las cuales aportan una gran ayuda para lograr tal preparación.

UN CASO EJEMPLAR

Rabí Iaakov Krantz, conocido popularmente como “El predicador de Dubna”, era un erudito capaz y dotado de condiciones innatas para llegar a lo más recóndito de las personas y despertar sus corazones y almas.

Este sabio era sumamente respetado, y su fama se expandió por las congregaciones de Israel que residían en Rusia y Polonia. Su nombre circulaba libremente y estaba en boca de muchos. Era conocido como el “padre de los disertantes”. Sus exposiciones eran recibidas con cariño por los eruditos y el grueso de la población por igual.

En cierta ocasión “el predicador de Dubna” visitó una Sinagoga de ‘gente descarriada’ en la ciudad de Berlín. Este acontecimiento tuvo lugar durante el “Shabat Shuva”, y fiel a su estilo, al culminar la plegaria, el erudito subió a la tarima para derramar frente a los presentes su apasionante disertación surgida del corazón. El mensaje brindado casi siempre incluía normas de conducta, relatos alusivos, y consejos de ética y moral.

El sabio dio inicio a su discurso y comenzó a expresarse como habituaba en las demás ocasiones. Promediando la disertación, presintió algo extraño, sus palabras no eran recibidas por el público con anhelo y fervor. No despertaban en ellos sentimientos austeros y deseos de mejorar sus conductas. Intuyó que los oyentes no prestan atención a sus palabras, demostrando una clara falta de interés.

El “predicador de Dubna” decidió recortar su mensaje, culminando con la siguiente parábola: Shloime el herrero vivió toda su vida en una pequeña aldea. Cada jornada para encender su fragua requería un enorme esfuerzo personal de su parte. Necesitaba soplar insistentemente, forzando y exigiendo sus pulmones hasta lograr el fuego necesario para su labor. Lo mismo sucedía cuando pretendía elevar la llama.

Un día, este herrero visitó la ciudad y adquirió allí un fuelle, que con su ayuda es posible aumentar el fuego sin esfuerzo. El hombre se alegró en gran manera y regresó de inmediato a su vivienda portando el preciado hallazgo. Llegó a su casa y sin perder tiempo se dirigió a la principal herramienta de trabajo que poseía, la fragua.

Una vez posicionado, comenzó a arrojar aire mediante el fuelle que adquirió, deseando encender el fuego. Las expectativas previas eran indescriptibles, aunque grande fue la sorpresa cuando advirtió que pese a que accionaba con reiteración la herramienta adquirida, el fuego no aparecía.

El individuo, totalmente sorprendido, decidió revisar su adquisición para ver si encuentra alguna falla, pero para su gran desazón, la misma se hallaba en perfecto estado. A posteriori, se abocó a analizar paso a paso que es lo que pudo haber sucedido. Finalmente, tras un exhaustivo análisis, decide que lo han estafado y viajará a la ciudad con el fin de presentar el reclamo pertinente.

El hombre marcha decidido, y llega hasta el negocio en el cual compró la pieza. Se acerca hasta el mostrador y se queja por lo que le han vendido y no funciona.

El vendedor escucha atentamente el reclamo, y tras unos instantes de reflexión sugiere al herrero: Digame una cosa, ¿encendió usted la llama piloto antes de arrojar aire con el fuelle?

En ese momento el individuo se percató de su error. Obvió un detalle esencial. La herramienta no le funcionaba porque olvidó encender una llama piloto.

Así acontece también con vosotros –concluía el “predicador de Dubna” su disertación en Berlín-, hace ya una hora que estoy parado sobre la tarima, y soplo con todas mis fuerzas. Sin embargo ¿de qué sirve el aire que exhala mi espíritu cuando no contáis con una llama piloto encendida?”

MORALEJA

La idea resultante de esta parábola indica con suma precisión la tarea a emprender para cumplir con la labor que nos fue encomendada por El Eterno de encender a nuestro prójimo apagado.

Primero debe encenderse una chispa vital. Luego, con un par de soplidos seguramente gozará de un alma vivificada y radiante, pudiendo llegar a niveles trascendentales.

Además, también él mismo podrá encender otras almas que se están apagando, y seguro que todo esto nos beneficiará también a nosotros. Quién hace algo por su semejante y logra que este retome la buena senda, se le considera como que verdaderamente ha formado a esa persona.

Para certificarlo observemos lo declarado en el Pentateuco (Génesis 6: 9): “Esta es la genealogía de Noe, Noe fue un varón recto e íntegro en su generación, con Di-s anduvo Noe”.

Al hacerse un preámbulo a la genealogía de Noe, lo más lógico sería que a continuación el versículo enumere a sus hijos y nietos. Sin embargo, curiosamente el texto comienza alabar la actitud de Noe.

¿A qué se debe esto?. Enseña que lo principal de la genealogía de los hombres rectos consiste en sus buenas acciones. (Rashi)

LAS MUJERES

Aun es posible pensar que el rol de las mujeres no cobra el mismo protagonismo que el de los varones, siendo el de ellas secundario, al ser que la Torá encomendó al hombre más preceptos que a las mujeres. Este hecho puede inducir a figurarse, que las damas pierden posibilidades en este aspecto y los nacidos con sexo masculino están por sobre ellas.

Para disipar esta hipótesis fue escrito: (Éxodo 19: 3): “Así dirás a la casa de Jacob”. Esta encomendación tiene como destinatarias a las mujeres. Resulta que Moshé recibió la ordenanza de transmitir en primer orden a las mujeres los principios de los capítulos y demás enseñanzas breves que pueden comprender.

¿Por qué fue ordenado enseñar a las damas en primer orden?. Es porque ellas envían a sus hijos al colegio, y atraen sus corazones a través de palabras dulces para que estudien con alegría. Asimismo los cuidan para que no cesen en su aprendizaje de la Torá. Sumado a ello, les transmiten la necesidad de respetar los preceptos desde la infancia.

Resulta que las mujeres rectas son la causa del estudio de la Torá y el temor de El Eterno. Además, cuando regresan los maridos de su labor, cansados y exhaustos, les recuerdan la necesidad de destinar y conservar un tiempo estable y predefinido al estudio de la Torá, y logran que vayan a la casa de estudio pese a la fatiga.

Por lo tanto, la mujer debe dar siempre el buen ejemplo. Ya que además de todas las satisfacciones que puede obtener en este mundo por la influencia lograda en sus hijos y esposo para que transiten por el camino del bien, cuando le toque devolver su alma al Creador, las buenas acciones que realizarán sus hijos que dejó aquí en la tierra y que educó correctamente, se le contabilizarán a esa madre como que ella misma está haciendo esa buena obra. SE le considerará como si estuviera viva y cumple todos los preceptos. (Reshit Jojmá, Derej Ertetz la nashim)

Resulta que ya sea hombre o mujer, niño o anciano, uno debe esforzarse al máximo posible en cumplir la mayor cantidad de actos positivos que esté a su alcance. Pues además de lo mencionado, los mismos se convierten en un depósito a cobrar en el mundo venidero, donde podrá disfrutarse plenamente de todo lo logrado aquí con sudor y esfuerzo.

Asimismo es menester encender todas las almas posibles, y alentar a los individuos a que retomen el camino del bien. Pues nuestro Padre espera hasta el último momento que retornemos hacia El. Y si nosotros somos el medio para que uno de Sus hijos lo haga a través nuestro, el bien que generaremos con esto sobre nosotros y nuestras familias será incalculable.

Tengan todos un Día de Iom Kipur en el que las plegarias sean aceptadas y merced a ello recibamos un año de abundancia y paz, donde no escuchemos ya de guerras, pobreza ni conflictos de ninguna clase. Que sea este finalmente el año en el cual El Eterno con Su gran misericordia nos envíe Su recto redentor para que nos saque del exilio en el que nos hallamos inmersos y nos devuelva a la Tierra Prometida con el Santo Templo y la ciudad de Jerusalén reconstruidos y podamos acercar nuevamente las ofrendas gratas a nuestro Creador.

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