viernes, 21 de mayo de 2010

COMO EL KADISH PUEDE APRESURAR LA LLEGADA DEL MASHIAJ

En una ocasión, el Jafetz Jaim llamó a cierta persona para demostrarle el dolor de la Shejiná. Le dijo: “Te daré una gran suma de dinero si puedes encontrar un judío tan pobre que no tenga ni siquiera una silla donde sentarse”. Poco después, el hombre regresó. Dijo que ciertamente había encontrado varios judíos muy pobres, pero no pudo encontrar ninguno en un estado de pobreza tan extrema.

Entonces el Jafetz Jaim le explicó: “Debes saber que el Santo, Bendito es El, es más pobre que todos los indigentes que has encontrado. Su silla (Su Trono) no estará completa hasta la llegada del Mashiaj, al igual que la morada de Su Shejiná (véase Rashi en Shemot 17:16). Mientras tanto, Hashem gime de dolor, incapaz de descansar en paz”.

El dolor que siente Hashem por nuestra causa supera el poder de la comprensión humana. Sin embargo, hay algo que Le brinda inmensa alegría. Cuando Hashem nos escucha responder Amén Yehé Sheméh Rabá, su Misericordia se despierta intensamente, y Él desea redimirnos del exilio.

¿Y por qué el Yehé Sheméh Rabá surte un efecto tan poderoso? Cuando decimos Yehé Sheméh Rabá, estamos suplicando a Hashem que Su Nombre (yud-hey) se vuelva rabá, grande. ¡Es una plegaria para que el Nombre “incompleto” se convierta en el grandioso Nombre Inefable (de cuatro letras)! Porque este magnífico Nombre solamente será revelado cuando llegue el Mashiaj y el mal sea erradicado de este mundo.

Cuando respondemos fervientemente Yehé Sheméh Rabá, estamos mostrando que lloramos por el sufrimiento de la Shejiná. Expresamos que sentimos el dolor de la Shejiná en el exilio y pedimos que toda la humanidad reconozca que Él es Uno y Su Nombre es Uno.

Es esto lo que despierta la misericordia de Hashem y por eso mismo Él desea redimirnos.

Cuanto más sintamos, cuando más anhelemos, más nos estaremos acercando a la Redención Final

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